La música en Cabo Verde, más que un arte (que lo es, y vaya si lo es) es una necesidad vital para sus habitantes.
Si viajas al archipiélago y vuelves sin escuchar su música…, bueno, directamente no tiene sentido.
Hoy no te vamos a mostrar los grandes icónos de la música en Cabo Verde, como lo son Cesária Évora, Elida Almeida, Tito Paris o Mayra Andrade. En lugar de eso, te vamos a contar una pequeña historia que vivimos en uno de nuestros viajes al archipiélago.
Música en Cabo Verde, más allá de las grandes estrellas
Nos ubicamos en la isla de Santo Antao, un viernes de octubre. Después de todo el día andando entre Cruzinha y Ponta do Sol, llegamos a la pensión Música do Mar con la emoción de disponer de una aventura más en nuestra mochila. Nuestra retina aún tenía grabados todos los abrumadores paisajes que el día nos había dejado. Nos merecíamos una tarde de relax con un par de cervezas frías y una buena cena. Así que después de una merecida ducha, bajamos a la terraza del hostal dispuestos a dejar pasar las horas, una detrás de otra.
Una guitarra, un cavoquinho y un par de huevos hechos de coco y rellenos de piedras, formaban la orquestra perfecta
La terraza de la pensión estaba dispuesta a pie de calle, en una esquina y en frente del mar; una ubicación de regalo para los turistas y locales que poco a poco iban tomando posesión de las mesas y asientos.
Era viernes, y eso, en la pensión Música do Mar, significaba noche de música en directo para todos los presentes. Una cita semanal que llenaba el local y la calle de enfrente de canciones populares caboverdianas. Los encargados de tal fiesta eran todos familiares de una de las chicas de recepción, quienes, por amor a la música y a los ritmos caboverdianos, acudían puntualmente todos los fines de semana. Cualquier persona dispuesta a pasar una agradable velada podría gozar de una auténtica experiencia al ritmo de la morna, el funaná, las coladeiras o el batuque.
Música en Cabo Verde, un legado de la gente
Sentados en la mesa y con la cena ya encargada, empezó la fiesta, la música y los bailes improvisados con más ritmo del que habíamos visto hasta la fecha. ¡Menuda noción del ritmo y vaya con los movimientos de cadera que hacen l@s caboverdia@s! Al ritmo de una canción de Tito París empezamos a cenar un atún fresquísimo y una ensalada. Mientras, todas las mesas del alrededor iban quedando llenas y una pequeña multitud de niños y de turistas se acercaban a ver ese jolgorio.
Detalle cavoquinho de cuatro cuerdas
Una guitarra, un cavoquinho (una pequeña guitarra de 4 cuerdas) y un par de huevos hechos de coco y rellenos de piedras. Esta era la orquestra perfecta para ambientar una noche tan especial. Nos sentíamos parte del momento y durante un par o tres de horas, la música nos reunió a todos haciéndonos olvidar las distintas procedencias de todas las gentes que allí nos encontrábamos. Quizás fue el poder universal de la música, que elimina fronteras culturales y lingüísticas, y borra prejuicios y desconfianzas…
Tenemos ritmo, pero estamos a años luz de esos movimientos
La noche terminó más tarde que pronto y las canciones caboverdianas terminaron por mezclarse con otros clásicos como “Guantanamera” o “la Bamba”. Demostramos a los locales que los europeos también podemos tener ritmo, aunque nuestras caderas, son de acero si las comparamos con las suyas.
Esta es una historia de tantas, ya que la música en Cabo Verde es omnipresente en todas las islas. Si bien es cierto que encontraremos más espectáculos en vivo en Mindelo o zonas urbanas, no será para nada extraño disfrutar de la música en Cabo Verde en cualquier localidad.
La música en Cabo Verde, más que un arte (que lo es, y vaya si lo es) es una necesidad vital para sus habitantes.
Si viajas al archipiélago y vuelves sin escuchar su música…, bueno, directamente no tiene sentido.
Hoy no te vamos a mostrar los grandes icónos de la música en Cabo Verde, como lo son Cesária Évora, Elida Almeida, Tito Paris o Mayra Andrade. En lugar de eso, te vamos a contar una pequeña historia que vivimos en uno de nuestros viajes al archipiélago.
Música en Cabo Verde, más allá de las grandes estrellas
Nos ubicamos en la isla de Santo Antao, un viernes de octubre. Después de todo el día andando entre Cruzinha y Ponta do Sol, llegamos a la pensión Música do Mar con la emoción de disponer de una aventura más en nuestra mochila. Nuestra retina aún tenía grabados todos los abrumadores paisajes que el día nos había dejado. Nos merecíamos una tarde de relax con un par de cervezas frías y una buena cena. Así que después de una merecida ducha, bajamos a la terraza del hostal dispuestos a dejar pasar las horas, una detrás de otra.
Una guitarra, un cavoquinho y un par de huevos hechos de coco y rellenos de piedras, formaban la orquestra perfecta
La terraza de la pensión estaba dispuesta a pie de calle, en una esquina y en frente del mar; una ubicación de regalo para los turistas y locales que poco a poco iban tomando posesión de las mesas y asientos.
Fines de semana, llega aún más alegría
Era viernes, y eso, en la pensión Música do Mar, significaba noche de música en directo para todos los presentes. Una cita semanal que llenaba el local y la calle de enfrente de canciones populares caboverdianas. Los encargados de tal fiesta eran todos familiares de una de las chicas de recepción, quienes, por amor a la música y a los ritmos caboverdianos, acudían puntualmente todos los fines de semana. Cualquier persona dispuesta a pasar una agradable velada podría gozar de una auténtica experiencia al ritmo de la morna, el funaná, las coladeiras o el batuque.
Música en Cabo Verde, un legado de la gente
Sentados en la mesa y con la cena ya encargada, empezó la fiesta, la música y los bailes improvisados con más ritmo del que habíamos visto hasta la fecha. ¡Menuda noción del ritmo y vaya con los movimientos de cadera que hacen l@s caboverdia@s! Al ritmo de una canción de Tito París empezamos a cenar un atún fresquísimo y una ensalada. Mientras, todas las mesas del alrededor iban quedando llenas y una pequeña multitud de niños y de turistas se acercaban a ver ese jolgorio.
Detalle cavoquinho de cuatro cuerdas
Una guitarra, un cavoquinho (una pequeña guitarra de 4 cuerdas) y un par de huevos hechos de coco y rellenos de piedras. Esta era la orquestra perfecta para ambientar una noche tan especial. Nos sentíamos parte del momento y durante un par o tres de horas, la música nos reunió a todos haciéndonos olvidar las distintas procedencias de todas las gentes que allí nos encontrábamos. Quizás fue el poder universal de la música, que elimina fronteras culturales y lingüísticas, y borra prejuicios y desconfianzas…
Tenemos ritmo, pero estamos a años luz de esos movimientos
La noche terminó más tarde que pronto y las canciones caboverdianas terminaron por mezclarse con otros clásicos como “Guantanamera” o “la Bamba”. Demostramos a los locales que los europeos también podemos tener ritmo, aunque nuestras caderas, son de acero si las comparamos con las suyas.
Esta es una historia de tantas, ya que la música en Cabo Verde es omnipresente en todas las islas. Si bien es cierto que encontraremos más espectáculos en vivo en Mindelo o zonas urbanas, no será para nada extraño disfrutar de la música en Cabo Verde en cualquier localidad.