Hay ciertas actividades cotidianas que generan enormes emisiones de CO2 de las que el ser humano es más o menos consciente. Pero,¿qué pasa cuándo viajamos?
El uso de los electrodomésticos, de los dispositivos electrónicos y, en definitiva, de la energía es uno de los mayores responsables del efecto invernadero, así como también lo son el uso de vehículos o la propia agricultura. A estas actividades habría que sumar la acción del turismo y todos los elementos que lo rodean (transporte, alojamiento…) como responsables directos del cambio climático. Así que la pregunta que nos ocupa es: ¿cómo reducir las emisiones de CO2 al viajar?
El modo en el que está concebido el turismo hoy en día no es sostenible. No es sostenible ni para el medio ambiente ni para muchas economías y poblaciones locales. Lo dicen las estadísticas.
Ciclo del Nitrógeno
Resulta difícil identificar un solo hábito en nuestro día a día que no se traduzca en emisión de dióxido de carbono. Desde que suena el despertador, comemos, vamos en coche al trabajo, hablamos por el teléfono o vemos la televisión hasta que nos acostamos, estamos generando gases de efecto invernadero. Y, por ende, contribuyendo a la aceleración del cambio climático.
Pero saliendo de viaje, no nos liberamos de esta responsabilidad. No en vano, el turismo representa el 12,5% del total de las acciones humanas que está causando el calentamiento del planeta. Según un estudio realizado por la revista Nature, el 8% de las emisiones de C02 en todo el planeta proceden del turismo. Desde el propio avión que tomamos para llegar al destino, estamos favoreciendo la emisión de CO2.
Un ejemplo de ello son los cruceros, cuyo impacto ambiental es abrumador.
La aviación es el enemigo número uno del planeta en el ámbito del turismo. Para que te hagas una idea, el hecho de tomar un avión de larga distancia supone ya el 75% de las emisiones de CO2 derivadas del turismo. Esto significa que si un viaje de un par de semanas por persona se traduce en más de una tonelada de emisiones de CO2 (1.200 kg), el trayecto de ida y vuelta en avión supondría más de 900 kg de emisiones. Por supuesto, esta cifra aumentará en función de las escalas que sea preciso hacer para llegar al destino. De ahí la necesidad de optar, en lo posible, por vuelos directos, pues la contaminación es mucho menor.
La aviación, enemigo número uno, pero ¿hay otros factores?
El alojamiento es otro de los aspectos que generan más gases de efecto invernadero en un viaje, aunque en un porcentaje significativamente menor que el anterior. Una reducción en el consumo de energía podría ser suficiente para conseguir que las emisiones sean mínimas. Esto pasaría por hacer un uso responsable del aire acondicionado, calefacción, electricidad, agua, etc., del hotel. Además, en la medida posible, sería deseable optar por alojamientos eco-friendly, es decir, aquellos que apuesten por las energías renovables, la alimentación local y ecológica, el reciclaje, etc.
Por último, las actividades turísticas, del tipo tours o excursiones realizados en el destino, también tienen su parte de culpa en la emisión de gases de efecto invernadero. Un ejemplo de ello son los cruceros, cuyo impacto ambiental es abrumador. En este caso, la idea sería optar por agencias u operadores locales, con valores eco y comprometidos con el respeto al medioambiente.
Desgraciadamente, viajar a Cabo Verde significa tomar dos vuelos por trayecto, ya que hoy por hoy, las aerolíneas no ofrecen rutas directas desde la península. Tampoco los sistemas de transporte nos conceden otra alternativa más sostenible.
Viajar es un placer y no tienes por qué dejar de hacerlo. Eso sí, ¡no olvides echar en la maleta el firme compromiso de reducir las emisiones de CO2 y apostar por unas vacaciones más sostenibles!
Hay ciertas actividades cotidianas que generan enormes emisiones de CO2 de las que el ser humano es más o menos consciente. Pero,¿qué pasa cuándo viajamos?
El uso de los electrodomésticos, de los dispositivos electrónicos y, en definitiva, de la energía es uno de los mayores responsables del efecto invernadero, así como también lo son el uso de vehículos o la propia agricultura. A estas actividades habría que sumar la acción del turismo y todos los elementos que lo rodean (transporte, alojamiento…) como responsables directos del cambio climático. Así que la pregunta que nos ocupa es: ¿cómo reducir las emisiones de CO2 al viajar?
El modo en el que está concebido el turismo hoy en día no es sostenible. No es sostenible ni para el medio ambiente ni para muchas economías y poblaciones locales. Lo dicen las estadísticas.
Ciclo del Nitrógeno
Resulta difícil identificar un solo hábito en nuestro día a día que no se traduzca en emisión de dióxido de carbono. Desde que suena el despertador, comemos, vamos en coche al trabajo, hablamos por el teléfono o vemos la televisión hasta que nos acostamos, estamos generando gases de efecto invernadero. Y, por ende, contribuyendo a la aceleración del cambio climático.
Pero saliendo de viaje, no nos liberamos de esta responsabilidad. No en vano, el turismo representa el 12,5% del total de las acciones humanas que está causando el calentamiento del planeta. Según un estudio realizado por la revista Nature, el 8% de las emisiones de C02 en todo el planeta proceden del turismo. Desde el propio avión que tomamos para llegar al destino, estamos favoreciendo la emisión de CO2.
Un ejemplo de ello son los cruceros, cuyo impacto ambiental es abrumador.
La aviación es el enemigo número uno del planeta en el ámbito del turismo. Para que te hagas una idea, el hecho de tomar un avión de larga distancia supone ya el 75% de las emisiones de CO2 derivadas del turismo. Esto significa que si un viaje de un par de semanas por persona se traduce en más de una tonelada de emisiones de CO2 (1.200 kg), el trayecto de ida y vuelta en avión supondría más de 900 kg de emisiones. Por supuesto, esta cifra aumentará en función de las escalas que sea preciso hacer para llegar al destino. De ahí la necesidad de optar, en lo posible, por vuelos directos, pues la contaminación es mucho menor.
La aviación, enemigo número uno, pero ¿hay más emisiones de co2 en el turismo?
El alojamiento es otro de los aspectos que generan más gases de efecto invernadero en un viaje, aunque en un porcentaje significativamente menor que el anterior. Una reducción en el consumo de energía podría ser suficiente para conseguir que las emisiones sean mínimas. Esto pasaría por hacer un uso responsable del aire acondicionado, calefacción, electricidad, agua, etc., del hotel. Además, en la medida posible, sería deseable optar por alojamientos eco-friendly, es decir, aquellos que apuesten por las energías renovables, la alimentación local y ecológica, el reciclaje, etc.
Por último, las actividades turísticas, del tipo tours o excursiones realizados en el destino, también tienen su parte de culpa en la emisión de gases de efecto invernadero. Un ejemplo de ello son los cruceros, cuyo impacto ambiental es abrumador. En este caso, la idea sería optar por agencias u operadores locales, con valores eco y comprometidos con el respeto al medioambiente.
Desgraciadamente, viajar a Cabo Verde significa tomar dos vuelos por trayecto, ya que hoy por hoy, las aerolíneas no ofrecen rutas directas desde la península. Tampoco los sistemas de transporte nos conceden otra alternativa más sostenible.
Viajar es un placer y no tienes por qué dejar de hacerlo. Eso sí, ¡no olvides echar en la maleta el firme compromiso de reducir las emisiones de CO2 y apostar por unas vacaciones más sostenibles!